El Prodigio vive entre el jazz y lo típico

El jazz es parte de la vida de El Prodigio desde que se mudó a New York en 1991 y se matriculó en las aulas de música de Marthin Luther King, y Harlem School Of The Art, donde el aura del jazz le siguió empapando las musas en Berklee Music donde también se formó.

Cuenta que le daba a escuchar música típica a sus profesores para conocer opiniones sobre el género. Ellos le animaron –confiesa- a combinar notas musicales de un bando y otro.

Desde que comenzó a fusionar el ritmo de tierra adentro con el jazz, ha contado con colaboraciones de grandes amigos que ha cultivado en ese género, como Chucho Valdés, Rafelito Mirabal, Jochi Sanchez, Brian Lynch, Afredo De La Fe, Mireya Ramos entre otros exponentes.

Algunos de los temas del repertorio que mayormente hace son “Manteca” de Dizzie Gilespies; “Peri Blues” de Rafelito Mirabal y “Someday Soon” de Abdullah Ibrahim, entre otros temas.

Hace poco los capitaleños probaron de su pócima musical cuando presentó su espectáculo de “jazz ripiao” en las Ruinas de San Francisco, con la previa presentación de Freddy Ginebra.

La presentación fue parte del Festibacho Cultural, enmarcado en la jornada Santo Domingo, Capital Americana de la Cultura.

El maestro Crispín Fernández acompañó a El Prodigio, honrando su fama como maestro del saxofón. El artista agradeció a Raúl Pérez Peña (Bacho) la iniciativa de su presentación.

El público desbordó vibrante el escenario de las Ruinas de San Francisco, considerándose que se registró una asistencia récord en las actividades musicales que allí se realizan.

Fusiones
Con una mochila de tres discos, el merenguero típico, seducido por la miel de las fusiones, comenzó a mezclar géneros en 1996 con la producción “La negrita sabrosura”, donde hay temas “al estilo de Juan Luis Guerra con piano, sintetizadores y base rítmica de orquesta”.

Para él fusionar no es parte de una moda. “Es algo espiritual, emocional, de crecimiento profesional. Hacer experimentos me da vida, no lo hago por comercio”, precisa.

Además, reconoce que cuando se fusiona “hay que tener los guantes para enfrentarse con los exponentes de otros géneros y eso no se hace por dinero”.

Su amor por el piano nació cuando estudiaba en Nueva York. Con la guitarra mantiene un matrimonio con el acordeón de su alma. También ha probado con violines y grabó una sesión de cuerdas con un artista cubano. En su vida, la vinculación de ritmos no para. En el 2011 planea concluir un disco exclusivo de jazz, del cual tiene listas seis piezas.

En ese proyecto aspira a contar con la bendición y el talento del cubano Chucho Valdés.

Actualmente trabaja en el disco “Luz de luna”. Rafael Mora, asistente de El Prodigio, le asesora con la ropa, pero es el mismo Krency quien asume sus cambios de identidad. A principios del 2010 decidió dejarse crecer el pelo y llevarlo seco a “blower”. A eso se agregan prendas más casuales a su armario.

Krency se siente satisfecho por compartir trabajos y escenario con Juan Luis Guerra, el trompetista norteamericano Brian Lynch, el violinista colombiano Alfredo de la Fe, Chucho Valdés, entre otros de respeto musical.

Se declara dueño de una vida práctica, sin excesos ni lujo. Y asegura que la crisis no le ha impactado. La gente siempre lo respalda. “Para darle calidad al trabajo, hay que darse tiempo”, afirma.

Hasta el fallecimiento de su padre, Luis García Javier, hace menos de veinte días, el 2010 lució colores esplendorosos para el merenguero.

Este año las letras de su tema “Luz de luna” ganaron el Festival Brugal del Merengue.

A mediados de octubre iniciaba su tercera gira del año... Y otras ‘ñapas’ gloriosas, aparte de los compromisos cotidianos, en Santo Domingo protagonizó presentaciones de alto nivel como la del Festival en las Ruinas de San Francisco y la tradicional cita de jazz en Casa de Teatro. Al penúltimo, invitado por la Orquesta Sinfónica Nacional tutelada por José Antonio Molina.

Despedirse de su padre, el principal fan de su vida, fue un golpe seco, inesperado y doloroso para el artista.

Krency piensa cada cosa que aspira decir. Es rey del trono de la brevedad. El luto agrega rayitas adicionales a su conocida timidez. Bautizado como “Prodigio” por su demostración temprana de talento, el artista nacido en Media Gorra, de Cabrera, municipio María Trinidad Sánchez, tiene la edad de Cristo. Reside en Estados Unidos aunque por múltiples compromisos se le vea a menudo.

Lo nuevo: Hará un video en Colombia, pues trabajará un tema para el Carnaval de Barranquilla.

EE. UU.: Aunque le gustan ciertas cosas de EE. UU., donde reside, confiesa que es en Dominicana donde disfruta todo, desde la naturaleza hasta la comida, su familia, el mar, las montañas… todo.

Memorable: La experiencia en las Ruinas de San Francisco, por invitación de Raúl Pérez Peña (El Bacho).

Junto a Crispín Fernández en el saxo tocaron cuatro piezas de jazz y par de temas tradicionales. El aura del ambiente en la Zona Colonial le encantó. Esa noche, Francis Santana se animó a cantar con él.

Experimentos: En su prodigiosa carrera, El Prodigio se ha atrevido a vincular a lo típico corrientes de jazz, samba, merengue orquestado, compa de Haití, rock y ritmos africanos, específicamente con el instrumento djembe, parecido a una tumbadora.

Premios: Cinco estatuillas de los Premios Casandra en su categoría. Además decenas de distinciones entregadas por diversas instituciones.

El amor: Odia los estereotipos y se declara estable. “Cuando se tiene una vida equilibrada, la parte amorosa puede ser llevadera”.

Luz de luna: Bautizo muy personal a una experiencia “amorística y lunática”. Fue escrita hace cuatro años y la sacó para presentarla al Festival Brugal del Merengue.

Ese disco tendrá mezclas de lux electronic y dance; también merengue típico y sesión de cuerdas que le dan toques románticos.

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