No hay Tutía

Por Abel Pacheco

En parlatica, como en otras parlas hermanas, “no hay tu tía” significa no hay remedio, debe aceptarse sin rezongar una situación dada porque no hay solución posible.

Siempre me intrigó tal expresión, y de güila imaginaba que tenía algo que ver con una tía política mía que siempre me traía a monte. Pero no, el dicho no tiene relación con ninguna tía. El origen del asunto arranca en la palabra árabe “athutía”, nombre de una medicación de uso oftalmológico fabricada con óxidos de cobre y zinc.

Así, para un paciente afectado por una infección ocular, de no haber athutía (castellanizado en atutía), para su curación, el asunto era grave pues hasta podía quedar ciego. Tal el inicio y desde entonces, “no hay atutía” pasó a ser literalmente no hay remedio, se jodió la cosa.

Pasó el tiempo y algún ignorante del origen del término lo separa, dando origen al dicho actual. Tal fenómeno debe haberse dado en muchas ocasiones y en todos los idiomas pero, lo interesante es que no necesariamente es un ignorante quien lo produce, y se ha dado el caso de ilustrísimos personajes que producen una mutación idiomática, a veces con características de absurdas.

Por ejemplo, absurdo es decir “buscarle tres pies al gato” pues, si normalmente un felino tiene cuatro patitas, lógico es que antes haya tenido tres.

Originalmente decíamos “buscarle cinco pies al gato”, lo cual hace sentido y se origina en los escritos de Sebastián de Cobarubias quien allá por 1611, describió a un personaje estrafalario que sostenía la peregrina tesis de que el rabo de los misingos era una quinta pata (!). Hizo gracia la loquera del señor y desde entonces, cuando alguien insistía en hacer difícil lo fácil, se decía que le estaba buscando tres pies al gato.

¿Quién enredó la cosa y cambió cinco por tres? Sorpréndase, fue nada menos que el insigne Miguel de Cervantes y Saavedra a quien se le va la pajarita y en el capítulo veintidós de la primera parte de El Quijote usa por primera vez la frase “buscarle tres pies al gato” y nos condena al absurdo para siempre.

Ya ven ustedes, al mejor mono se le cae el zapote.Confieso que cada vez que digo zapote se me para el pelo.

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