Tiempo de innovar

La tecnología cambia más rápido cada día. Se habla de que estamos entrando en la era de la Cuarta Revolución Industrial, en la cual las tecnologías digitales, biológicas y físicas tienden a converger. Esto introduce cambios dramáticos a nuestras vidas, la forma en que producimos, consumimos, nos movemos, producimos energía e interactuamos entre nosotros.

Se dice que la mitad de las profesiones actuales no existían hace veinticinco años. Eso significa que no tenemos ni idea de qué tipo de trabajos harán los niños que nacen hoy y que entrarán al mercado laboral, aproximadamente, en el 2040. Surge el reto, por lo tanto, de cómo preparar a los jóvenes para que sean capaces de ejercer profesiones en el futuro que hoy aún no existen.

El destacado economista Xavier Sala i Martin, profesor de la Universidad de Columbia y padre intelectual del índice global de competitividad, aporta algunas ideas al respecto en su libro Economía en colores. Anota que, tanto padres y educadores como políticos, tenemos la obligación de educar a nuestros hijos para que sean innovadores creativos, capaces de evolucionar y mejorar su propia formación mas allá del colegio. Y, para ello, es imperativo fomentar, cuidar y cultivar la creatividad de los jóvenes a lo largo de todo el proceso educativo.

Cuando se trata de innovar, una de las claves es la curiosidad. Sala i Martín pone como ejemplo grandes compañías que han sido exitosas innovando, tales como tiendas Zara, Ikea, Starbucks, El Bulli, Cirque du Soleil y McDonald’s. Incluso agrega en la lista a Pep Guardiola, quien revolucionó la manera de jugar fútbol cuando era entrenador del FC Barcelona. En todos estos casos, las innovaciones no vinieron de un departamento de “investigación y desarrollo”, sino de la creación de una cultura en las empresas, donde siempre están cuestionando todo. ¿Qué quiere el consumidor? ¿Cómo podemos hacerlo mejor y diferente?

Los niños traen esa curiosidad con ellos. Siempre están cuestionando todo. Lo malo es que la mayoría de las veces se mata esa inquietud. Se trata de meter a los jóvenes en un solo molde. No hay derecho a pensar diferente. Se les prepara para memorizar y pasar un examen de bachillerato estandarizado.

El reto es enorme. Los niños deben ser incentivados para que no dejen de hacer preguntas, porque sin preguntas no hay ideas. Y sin ideas no hay innovación.

Luis Mesalles es economista

No hay comentarios.:

Con tecnología de Blogger.