Hablemos de procrastinación

Hablemos de procrastinación, un tema del que de verdad puedo presumir que soy experto y lo digo riéndome, pero la verdad es que ha sido un tema serio con el que he tenido que lidiar toda mi vida y quiero compartir con ustedes lo que me ha servido.

Procrastinación es básicamente dejar para después lo que puedo, quiero y necesito hacer ahora. Cada vez que procrastinamos y nos distraemos, en vez de hacer lo que necesitamos hacer, nos podremos sentir bien en el momento, pero después nos sentimos malísimo y nos castigamos hablándonos y diciéndonos cosas durísimas, que vienen acompañadas de emociones negativas y cada vez que esto ocurre, se va asentando y consolidando esa etiqueta, esa identidad de procrastinadores y eso es lo primero que tenemos que cambiar.

Aquí van varios consejitos para cambiar esa identidad y para ayudarnos a hacérnoslo más fácil:

- Para trabajar ese cambio de identidad es muy beneficioso hacer unas visualizaciones y ojalá todos los días, un par de minutos en la mañana, simplemente con ojos cerrados imaginarnos empezando ese trabajo, esa acción, vernos haciéndola con gusto y con ganas hasta terminarla y después conectar, sentir y disfrutar una de las emociones positivas más ricas que hay, que es la satisfacción. Al hacer esto todos los días podemos renovar nuestra relación con nuestras obligaciones y construir una nueva identidad como de alguien que disfruta de hacerlas y terminarlas.

- Siguiendo con el tema de identidad, según estudios que tienen que ver con la formación de hábitos, dicen que si todos los días tomamos aunque sea dos minutos para empezar esa tarea o esa acción que hemos estado postergando, aunque sean solo dos minutos de dedicación, el hecho de presentarnos y empezar, eso ya hace que se vaya construyendo en nosotros una identidad de que somos una persona que se presenta y arranca con las labores necesarias y lo que va a pasar es de que con cada día, esos dos minutos se van a ir expandiendo y extendiendo hasta que nos den el tiempo suficiente para terminar de hacer aquello que nos proponemos.

- Para organizar nuestro tiempo, existe un mecanismo que se llama “pomodoro”, que se refiere a ese reloj, en forma de tomatito, que se usa en la cocina para medir el tiempo para hornear. Para esto podemos utilizar cualquier cronómetro y se trata de asignar cápsulas de tiempo o como los llamamos aquí, pomodoros, de 25 minutos de trabajo sin parar, seguido después por cinco minutos de un recreo para ojalá ponernos de pie, movernos un poco y luego volver al siguiente pomodoro. Esto tiene dos objetivos: uno es asignar bloques de tiempo a cada cosa que queremos hacer, para asegurarnos de dedicarles tiempo a cada una y la otra es evitar el "burn out”, o sea, que al tener un pequeño break entre pomodoros, oxigenamos nuestro día y evitemos agotarnos y terminar quemados.

- Un consejo útil es el de eliminar los distractores, ojalá no tener el teléfono cerca, si es que tenemos esa impulsividad de tomarlo y estar chequeándolo, el control remoto de la televisión, comida o lo que fuera que nos distraiga, simplemente no tenerlo al frente y si fuera necesario, hasta movernos a otro lugar que estemos libres de distracciones para estar plenamente concentrados en lo nuestro.

- Empezar por lo más duro, por lo más feo, eso nos hará sentir una sensación de logro desde el principio del día y se convertirá en motivación e impulso para seguir con lo que viene y contribuir a hacerlo más fluido y hasta disfrutable.

- Un punto bien interesante, de esos que nos dice la ciencia, es que cuando queremos arrancar para hacer algo, a la mente le toma unos segundos en activar las resistencias y traer pensamientos para sabotear el intento y para sacarnos del momento. Se dice que 5 segundos es el tiempo que tenemos libres antes de que se active ese mecanismo de excusas y justificaciones, entonces cada vez que siento el impulso de empezar algo, contar 5 segundos de atrás para adelante 5 4 3 2 1 y empezar y así adelantarnos a esa mente distractora. Este método es súper poder.

- Y por último, que es tal vez el más bonito de todos, darnos un premiecito, una recompensa cada vez que terminamos una labor dura y así re-condicionarnos para disfrutar de la productividad, valorar nuestro tiempo y esfuerzo y sobre todo a celebrar nuestros logros. Pero ojo con las recompensas que escojan, no vaya a ser que nos regalemos siempre azuquitar, que nos termine haciendo productivos y también rodantes.

No hay comentarios.:

Con tecnología de Blogger.